La productividad en las organizaciones a través del desarrollo de las personas

Normalmente cuando se habla de productividad en las empresas siempre se referencia a un concepto que radica a productos realizados por recursos empleados (mano de obra, materias primas, maquinaria, energía y capital) o a nivel macroeconómico con el indicador PIB per cápita. En ambos casos, el eje central o generador son las personas, pero en ninguno de ellos se evidencia como parte esencial para su mejora.

Todo esto reduce el concepto a la capacidad productiva desde un punto de vista meramente industrial, es decir, cuantos más y mejores máquinas, mano de obra, procesos y materias primas, mejor será la producción y más se producirá, pero en ningún caso se habla de capacidades y potencialidades humanas, es decir, las personas en su esencia desaparecen de la ecuación para ser elementos generadores de mayor valor. Y, por ende, entender cómo axioma este concepto impide poner en valor la extraordinaria potencialidad de eficiencia y alcance que tienen las variables o dimensiones humanas en la productividad.

Tras esta reflexión, proponemos un modelo que siente las bases de la correlación entre las características laborales de la dimensión humana y la productividad en el trabajo. Un modelo basado en el desarrollo humano para incrementar la productividad, concretamente enmarcado en 8 elementos fundamentales:

  1. Liderazgo
  2. Motivación
  3. Satisfacción
  4. Competencias
  5. Participación
  6. Equipo y relaciones
  7. Formación y desarrollo
  8. Cultura y valores

Este se explica con la analogía de una casa, teniendo tres partes estructurales diferenciadas en base a los 8 elementos expuestos, como se puede observar en la siguiente imagen:

Estas 3 partes que se observan se explican de la siguiente forma:

-Estrategia: con la estrategia se traza un camino que debe ser vehiculizado a través del liderazgo de una organización, una senda diseñada para sentar las bases de un conjunto de elementos para que sea aterrizada de forma real y concreta. Es decir, todo el concepto debe venir propulsado por un liderazgo comprometido con este y que sea a largo plazo, porque este exigirá tenacidad y elementos que ayuden a no desdibujar cuáles son los objetivos fundamentales.

-Drivers: estos son los elementos propulsores o canalizadores para el despliegue de la estrategia.  Es decir, sin ellos, es imposible alcanzar la línea establecida por esta y concretar en verdaderos motores de la productividad humana para que finalmente se interiorice como parte natural en la organización.

Estos van, desde el aseguramiento de engagement trabajando la motivación, la satisfacción o la participación activa a la potenciación de las capacidades y la mejora de la proyección, con un plan de mejora de competencias y formación, o hasta la creación de atmósferas positivas y favorables para la relaciones, potenciando el trabajo en equipo en diversos ámbitos.

-ADN: el ADN será la parte final de todo un proceso que evidencie que todo lo anterior esté asentado y, de esta forma, este será garante de que todo lo anterior se perciba como algo intrínseco a las personas de la organización, que sea una característica diferenciadora e inspiracional que forje los elementos que lo aúnan, la cultura y los valores.

Estos 3 bloques conceptuales que se explican se deben dar de forma cronológica para que desde la estrategia que se traza a través del liderazgo en un inicio y vehiculizada a través de los drivers, se consolide una estructura potenciadora de la productividad a través del desarrollo de las personas y que esta permanezca en el tiempo como una forma diferenciadora del clima laboral a través de una cultura y valores de la organización.

Una vez trazado el modelo, su conceptualización y los elementos que lo componen, nos centraremos en cada uno de ellos, explicándolos y aterrizando la importancia de cada uno.

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